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En poco tiempo se cumplirán 100 años de que Virginia Woolf planteara la necesidad de un espacio privado para que las mujeres se dedicaran a escribir. “Una habitación propia” es el título del ensayo y la idea que confecciona la autora, imaginando un lugar donde la sociedad, las obligaciones y las imposiciones del género quedaran fuera, y la mujer pudiera ser libre para crear. A casi 100 años de aquel enunciado, las mujeres que eligen ser artistas disputan la misma problemática; cuando son madres full time, deben hacerse cargo del hogar, trabajar, y en ello, encontrar su lugar para desarrollar la obra.
100 veces al día de Luz Vidal, expone la construcción de un espacio propio, privado e íntimo, que al hacerlo público, logra cuestionar una de las realidades que viven las artistas en esta sociedad.
Es dentro de la rutina del quehacer doméstico, que la artista encuentra la materia y el soporte para la construcción de su obra. Son las bolsas plásticas que se acumulan tras las innumerables veces de ir al supermercado (precisamente, “Día”), las que conforman las paredes y el techo de su creación.
Desarmadas en su utilidad, para a partir de allí volverlas re-utilizables, las bolsas son convertidas en lienzo. En el proceso, se deconstruye la forma de cada una, obteniendo patrones que al coserlos entre sí, crean un tejido sobre el cual trabaja. Un tejido que aparece como resultado de la unión de dos elementos: hilo de bordado y plástico, la experiencia artística y las obligaciones de una casa, lo útil y lo desechable, lo íntimo y lo público.
La obra recrea una casa propia, un refugio de lo íntimo; una casa brillante, negra, impermeable, frágil, cuya opacidad solo se rompe cuando se ingresa. Al interior, la perforación, la huella, la marca, la herida, la sutura que hilvana, configuran el lenguaje de la artista. Las paredes bordadas con sutilidad, permean el exterior con cada agujero y dibujan una trama de movimiento con cada hilo. El bordado, como un lenguaje paralelo sobre la feminidad, retoma críticamente una práctica históricamente asociada al confinamiento, pero también a la reflexión y el pensamiento.
Cada punto por donde pasó el bordado, deja pequeños agujeros como ventanas por donde ingresa la luz que ilumina, no sólo el interior de la casa, sino también todas las problemáticas en torno al hogar. 100 veces al día, es una obra inscrita en la intersección entre ser mujer, madre y artista, y es, en simultáneo, una obra que habla sobre ello. Desde la calle al taller, de las compras al bordado, de las obligaciones a la creación, Luz Vidal propone una obra, una casa, un espacio, que jaquea y cuestiona a la sociedad y el arte, que encuentra motor en la rutina, belleza en el plástico bordado, y donde finalmente, deja que sea la luz quien dibuje.
Camila Delia
AREATEC, Fundación Cassará - 2017
The secret garden- Ninas para la soledad
Las Ninas (muñecas) para la soledad de Luz Vidal, esculturas blandas, objetos de algodón, dibujos que abandonan el plano y se vuelven táctiles. Luz dibuja líneas negras, sobre pedazos de tela blanca, ese parece ser el principio de un trabajo casi artesanal, y da forma a una imagen figurativa -mujeres aniñadas, animales domésticos y pájaros salvajes-, y ahí arranca un proceso creativo que suma diferentes técnicas, muy ligadas a un viejo mundo femenino. Utiliza la costura como línea, como demarcación de un espacio, sus dibujos sin abandonar el plano se tornan volumétricos.
Ahí están ,ante nosotros, mirándonos con ojos grandes, deseosos de acompañarnos, de que los tomemos, los adoptemos..., Luz parece darle cierto sentido místico a su producción, cargándoles propiedades curativas a cada uno de sus personajes, los da para que los tomemos, los propone como amuletos, como talismanes de la suerte, como antídotos contra la soledad...
Alberto Sassani (2010)
Como concepto de obra: Lo fantástico de la metamorfosis del cuerpo humano.
Puntualizar la temática de las transformaciones del cuerpo. Hacer visible una tendencia actual que puede ser concebida pero no vista.
Busco que los colores, las transformaciones del cuerpo, de la naturaleza, y la atmósfera generen 'una historia, un lugar, un objeto que nos lleve a un realismo mágico, llegando a una ficción que nos absorbe por completo.
Utilizo autorretratos y los paso por el tamiz de diferentes atmósferas. Así, la naturaleza y los cuerpos sufren cambios hasta terminar en una ficción total.
Puse de resalto el deseo a lo natural que lleva a lo exageradamente artificial.
La adultez del cuerpo y su deterioro... esa búsqueda de no perder la niñez desde un ángulo dramático y exagerado, con una estética de dibujo animado. El proceso comprende no solo transformaciones físicas sino también la creación de personajes imaginarios e irreales. De esta manera siento que la fantasía, la magia y los sueños, permanecen vivos.
La obra con esto nos sumerge en la percepción del espacio de manera psicológica, que tiene que ver con las escalas emotivas.
Un mantel calado de enredaderas,
blondas voladoras, blondas mágicas.
El deber ser, pierde identidad,
el que dirán queda detrás de escena.
Cerramos los ojos.
Dejamos lo que debemos ser.
Dejamos lo que quieren que seamos.
Somos lo que queremos ser.
Estamos donde queremos estar.
veo veo...¿qué ves?
Brillantina que brilla
ojos que no son ojos
caras sin identidad
rostros sin rostros
miradas vacías
Ojos que no ven corazón que no siente.